La curiosidad por ver si Alemania sigue como siempre me ha atado al sillón para ver su partido frente a Portugal, y si, sigue como siempre, como toda la vida y como en todos los campeonatos en que participa.
Mis recuerdos comienzan en el mundial 66 de Inglaterra donde llegó y perdió la final frente a los ingleses, una final discutida y que seguramente no hubiese perdido si se hubiese jugado en otro país, pero ella estuvo en la final, como en el 74, como en el 82, como en el 86, como en el 90 y en el 2002, y antes ya la jugó en el 54.
Ha ganado tres y el resto las ha perdido pero ella sigue jugando igual de bien. Es complicado definir su juego porque no es tiqui-taca, no es defensivo, no es simple, ni complicado y a lo mejor ni bonito, pero sigo admirando sus ganas, su empuje y su convencimiento de que como siempre jugará o las semifinales o la final, y luego la perderá o la ganará pero siempre es reconocible tenga los jugadores que tenga, el entrenador que los dirija, el país donde juegue. No acusa nunca la altura, ni la humedad, ni el horario, ni la excesiva carga de partidos con la que llegan su jugadores a los mundiales o a los europeos ( por cierto han ganados dos y han perdido otras tres finales también en ese campeonato) ni hay excusas para su juego ni para su eficacia. Somos muchos los que la admiramos, la mayoría de los que seguimos este apasionante juego.
Alemania, siempre Alemania, tan fácil, tan fiable tan simple y tan resolutiva. No hay más remedio que recordar la frase de Gary Lineker ( gran jugador y gran persona ) cuando sentenció que el fútbol es un juego donde juegan once contra once pero siempre gana Alemania.
Por cierto, esto es solo fútbol, pero los tópicos no son gratuitos y también sirve para definir sus virtudes como país y como sociedad, virtudes que para algunos son defectos, que también los tienen, pero es un país al que quiero y donde pasé un año de mi juventud inolvidable, donde cumplí los 19 y donde me sentí realmente a gusto y bien acompañado.