Tengo que a agradecer a Manuel Vicent que en algún sitio que no recuerdo haya publicado sus dogmas esenciales y particulares, lo que me ha permitido, espero que con su permiso que también yo me haya atrevido a expresar lo míos que con alguna variedad coinciden con los de él.
Estos son:
El aroma de las algas, la brisa que alivia la siesta en la hamaca, contemplar todos los días el Mediterráneo, dejar pasar las horas, desechar cualquier ambición que no sea ver crecer a mis nietos en compañía de mi mujer, leer un buen libro al sol antes de zambullirme en el agua, y buscar la sombra en verano.
Comerme una coca de aceite de oliva y anchoas, recorrer en bici el paseo junto al mar, imaginar a Ulises navegando sobre aguas turquesas , no desear nada sino amigos, y compartir una paella familiar contemplando el horizonte azul.
Es lo que espero volver a disfrutar a partir de hoy mismo.
¡Eso son dogmas y no los de la Iglesia! Muy de acuerdo con casi todos…
Me recuerdas a Manuel Vicent.
Un abrazo
Fernando
Viniendo de ti no me extraña que hayas observado la influencia de Manuel Vicent del cual soy un asiduo lector, tanto de sus columnas como de sus libros.
Si, está inspirado en uno de sus escritos, no es un plagio, pero como compartimos muchos dogmas esenciales, podría parecerlo.
He vuelto a entrar en tu blog, y de nuevo he vuelto a lamentar que no publiques más entradas porque me parecen muy buenas e interesantes. La Dedicatoria Infinita, me parece una historia magnífica.
A ver si te animas y volvemos s disfrutar de tu buena escritura.
Un abrazo.
Alfredo
No están nada mal esos dogmas. Nosotros aún tardaremos un poco en disfrutar algunos de ellos, pero cada día estamos un poco más de cerca del 1 de julio que es la fecha en la que parece que nos devolverán la libertad.
Este verano será especial por muchos motivos, pero principalmente porque valoraremos más las pequeñas cosas que dábamos por sentado.
Nos vemos pronto, papá.
Comparto gran parte de ellos. Y creo que es la primera vez, en toda mi existencia, que había pasado tantos días seguidos sin poder pasear cerca del mar. Reencontrarme con él en la playita del Pegolí, el primer domingo que pudimos salir, fue reencontrarme con él amor de mi vida.