Sigo en los recuerdos de 1968 y lo hago ahora que estoy releyendo “La Insoportable Levedad del Ser” de Milan Kundera porque me retrocede a aquella invasión que liquidó la “Primavera de Praga” el 21 de agosto del 68 que hoy cumple cincuenta años.
No trato ni me atrevo a relatar la invasión soviética y del Pacto de Varsovia sobre la entonces Checoslovaquia para evitar aquel vano intento de democratizar el comunismo, porque ya está suficientemente detallado en las crónicas que hoy publican muchos medios. Mi intención es quedarme con mis propios recuerdos y sensaciones de aquel año tan decisivo en mi vida.
Este verano he leído dos libro que me han gustado mucho, “4,3,2,1” de Paul Auster y “Manual Para Las Mujeres de Limpieza” de Lucía Berlín y ambos me han satisfecho tanto en el aspecto literario como de la forma de vida inequívocamente americana, así es que el tercero fue un cambio radical y me fui a “Suite Francesa” de Irene Nemirovsky sobre la invasión alemana en Francia en mayo de 1940 antagónico de los dos americanos pero que también he leído con pasión, y ahora termino este mes de agosto recordando y leyendo de nuevo un libro que ya me encantó leer en los ochenta, tanto como ver la película que es muy fiel al libro.
Ya se sabe, los recuerdos nos trasladan y esos traslados suelen ser siempre hacia los momentos que uno recuerda con agrado y pasión, al menos es lo que a mi me ocurre.