Manuel Vicent es un escritor al que vengo leyendo desde hace muchos años. En realidad diría que es uno de los que más he leído desde que comencé a comprar el diario El País.
Sus columnas domingueras a veces son infumables porque da la impresión que las escribe para llenar un espacio con el que está comprometido, pero otras veces son realmente sublimes. Suelen desprender una dosis de ironía y resultan francamente graciosas, además de hurgar muy bien en el tema al que se refiere.
Como la columna de ayer domingo fue de las que me gustó, recomiendo su lectura. Es irreverente con la iglesia, pero creo que a la iglesia no se la puede tomar de otra forma.
Se titula “Milagro”. No os la perdáis.
Este artículo está bien. Lo que más me gusta es cómo lo cierra. Es verdad que en otros que ha escrito, se le va bastante la olla.
Bastante, bastante, pero a veces vale la pena comenzar a leer su columna. En realidad a todos los que tienen espacios asegurados en grandes medios les suele ocurrir, pero es inevitable que no siempre coincidan con cada uno de nosotros.