No es la primera vez que dedico una entrada a escritores como Manuel Vicent y Antonio Muñoz Molina, de los cuales no me pierdo ni una de sus columnas u opiniones publicadas en El País, dos de las cuales me han llegado este fin de semana a lo más profundo de mis sentimientos y recuerdos.
La de M.Vicent es una lección de maestría por su forma de ir describiendo el transcurrir de la vida desde la infancia hasta la vejez. Voy citando; “Desde la cumbre del medio siglo… , a esa edad los sueños juveniles o bien se han realizado o bien se han desvanecido… a los sesenta ya eres mayor de edad, a los setenta y cinco ( mi edad actual ) empiezas a agradecer que te digan que pareces más joven… en estos días de febrero están en flor los almendros. Su floración solos dura unos días, lo suficiente para recordar que a lo largo de la vida ha habido instantes de felicidad por los que ha merecido la pena vivirla…
Antonio Muñoz Molina en cambio me traslada al miedo y los peores recuerdos de mi educación entre la Acción Católica, la Formación del Espíritu Nacional franquista, y lo que es peor, al terror y eterno sentimiento de pecado eterno y el castigo que significaba.
Cito. ” Quien no conoció aquellos tiempos no puede imaginar el poder que los curas ejercían sobre las vidas de todo el mundo, mayor cuando cuanto más indefensas estaban las personas sometidas a ellos… Introducir en un niño la idea del infierno ahora nos parece imperdonable, pero antes formaba parte de la educación… Sentado en el pupitre, la cabeza inclinada sobre un cuaderno, uno sentía acercarse por detrás los pasos y el roce peculiar de la sotana del cura, y esos le provocaba un escalofrío de amenaza… había alumnos que se orinaban de miedo en cuanto el profesor se acercaba… las bofetadas súbitas … ardía la cara y parecía que una aguja se hubiera clavado en el tímpano…” Y más …
Es lo que denuncia a A.M.M. y lo que recuerda de su infancia y educación religiosa, y eso que él es nueve menos que yo, él de 1956 y yo del 1947. Yo también lo recuerdo también así pero no tengo la capacidad descriptiva que ellos tienen y es por eso que me atrevo a incluir sus dos escritos.
En cualquier caso, me remito a M.Vicent, solo por ver los almendros en flor vale la pena haber vivido.