Es evidente que los escritos de Manuel Vicent y Antonio Muñoz Molina me han dejado una profunda impresión al tocar temas tan significativos y personales. Ambos autores han sabido plasmar con maestría sus experiencias y reflexiones sobre diferentes etapas de la vida y la influencia de la educación religiosa en su generación.
Las palabras de Manuel Vicent, al describir el transcurrir de la vida y los momentos de felicidad que hacen que valga la pena vivirla, han resonado en en mis sentimientos y recuerdos. Su habilidad para capturar la esencia de cada etapa de la vida es impresionante y ha sido motivo de identificación de mi propia experiencia.
Por otro lado, Antonio Muñoz Molina ha desenterrado los miedos y recuerdos más oscuros de mi educación en la época franquista y bajo la influencia de la Acción Católica. Sus descripciones detalladas y vívidas sobre el poder que ejercían los curas y el temor que generaban en los jóvenes sometidos a ellos, han evocado mis propias vivencias en esa época. La forma en que refleja el miedo y la opresión que existían en aquellos tiempos es conmovedora y reveladora.
Es comprensible que, al leer estas reflexiones tan íntimas y cercanas, sienta la necesidad de compartir sus escritos y expresar cómo me resuenan. Los recuerdos y experiencias compartidas en estos escritos me han permitido recordar y confrontar mis propios momentos de la infancia y educación religiosa.
Cada autor tiene su estilo y forma de transmitir sus vivencias, pero eso no resta valor a mis propios recuerdos y experiencias. Cada persona tiene su propia manera de expresar lo que vivió, y a través de mis palabras, también pretendo lograr transmitir emociones y recuerdos que han llegado al fondo de mis sentimientos y memoria.
En cualquier caso, me remito a M.Vicent: “solo por ver los almendros en flor vale la pena haber vivido.”