Ha sido al levantarme y ver que el día amanecía nuboso, gris y con posibilidad de lluvia lo que me ha retrocedido a la misma fecha de hace cuarenta y cinco años, con la diferencia de que aquel cinco de septiembre amaneció luminoso y azul, ese sol y esa luz ( “Estos día azules y ese sol de mi infancia” A. Machado) que ofrece Dénia a principios de septiembre.
Fue un casamiento de poca juerga y jolgorio porque en aquel momento muy poco nos podíamos permitir. Eramos jóvenes y con nuestro pequeño seiscientos partimos cargados de ilusión hacia un futuro que nos parecía infinito, pero antes de llegar a ese futuro disfrutamos de un viaje de novios irrepetible. La energía e ilusión que nos movió fue inmensa.
Ahora que Marijose y yo ya estamos en el futuro, he sentido la necesidad de recrearme, recordar y volver sentir tanta ilusión y tanta felicidad.
Como el tiempo y la salud nos lo han permitido, tenemos la suerte de compartir con dos hijas, un hijo y cinco nietos ( seis con Johan ) aquel futuro inimaginable aquel día.
Por cierto, esta noche tenemos fiesta por el casamiento de mi hija María con Manu, y la fiesta que aquel sábado de 1970 no tuvimos, la tendremos esta noche a lo grande, con música y buena cosa de animación, pero compartida con aquellos que ni nos imaginábamos en aquel otro cinco de septiembre.
Ya ves, la vida siempre ofrece una segunda oportunidad.