Siento mucha atracción por los almendros que florecen por La Marina Alta durante los meses de enero y febrero, una época que a priori no ofrece muchos atractivos por coincidir con el pleno invierno, pero como cada vez lo inviernos por aquí se parecen menos a los inviernos y más a las primaveras, resultan muy atractivos.
Desde que tuve conocimiento del texto encontrado en el gabán de Antonio Machado cuando murió, ese tan bello y sencillo: “estos días azules y ese sol de la infancia” mis recuerdos vuelven a la mía coincidiendo con el mes de febrero, ese mes en el que Machado murió de pena y nostalgia en el exilio. Esos días tan azules se adornan de la belleza de los almendros en plena floración, ofrecen un espectáculo maravilloso que me atrapa y me incita a fotografiarlos, aunque como me sucede con la fotografía de naturaleza y de paisaje suelen decepcionarme los resultados. Nunca veo replicada la belleza natural en las fotos que hago, y sigo cada año intentándolo con mediocres resultados.
Intentarlo significa pasear entre los bancales florecidos y disfrutar de su aroma y de su encanto. Este año de forma casual me encontré con Samara, montada en su yegua Babieca, y me permitió que les tomara unas fotos, de la que dejo una de ellas como agradecimiento y constancia tanto de su amabilidad como de su presencia. Fue una suerte y un placer compartir un rato con ellas. Gracias, Samara
Ahora a esperar la próxima floración que aunque parezca lejana, está a la vuelta de la esquina. “Tempus fugit”.
Me ha encantado. A mí los almedros y la luz de la Marina Alta tambien me trasladan, no sé con certeza a qué momentos de mi infancia, pero no me importa. Me encanta revivir la sensación que produce el color de sus flores con el sol del invierno.
Las fotos son impresionantes
Gracietes, Ana. Si, son muy bonitos y atractivos. Si necesitas alguna foto, tengo bastantes.
Un beso.
Precioso texto y fotos.
No puedo evitar que se me pongan los pelos de punta cada vez que oigo lo versos de Machado. Me ha encantado, papá!